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La forma que trabajó con sus estudiantes fué la siguiente:
- Los estudiantes forman grupos de cuatro o cinco alumnos.
- Cada grupo debe elegir un redactor de instrucciones.
- El grupo recibe una silueta que formará en un tiempo máximo de 15 minutos.
- Todos los integrantes colaboran aportando posibilidades de unión de las piezas.
- Cuando se ha logrado armar la figura, todos contribuyen con el dictado de las instrucciones.
- Terminada la redacción de las instrucciones, se la entrega al profesor o al asistente para rearmar la figura a través de la aplicación de las instrucciones escritas.
- Si se logra el armado, el grupo habrá cumplido con el objetivo. Si no se llega a armar la silueta, el grupo mejorará las instrucciones hasta que se pueda construir la silueta en base a la redacción.
Las conclusiones a las que llegó el profesor Miguel Ortíz al implementar este juego fueron:
- Esta práctica le ofrece al alumno la oportunidad de jugar en medio de un aprendizaje. Calero (2005) nos dice que “(…)los juegos desenvuelven el lenguaje, despiertan el ingenio, desarrollan el espíritu de observación, afirman la voluntad y perfeccionan la paciencia. También favorecen la agudeza visual, táctil y auditiva (…).”. (p.22)
- Debemos retomar el juego para emplearlo en el desarrollo de capacidades cognitivas.
- Empezar a adquirir un nuevo conocimiento a través de un juego de mesa implica quitarle a ese conocimiento su imagen de imposible o difícil de adquirir.
- Un juego de mesa, para que tenga mayor base cognitiva, debe agrupar a más de dos cursos que necesiten asociarse para trabajar en una misma dirección.
- El tangram también puede ayudar en el desarrollo de la capacidad de comprensión de textos escritos y en la comprensión de textos orales.
Miguel Ortiz
Docente de Estudios Generales en Tecsup sede Centro.
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